"DON LUCHO"

UN NOTABLE HOMBRE DE PALABRA.(sep/2003)

 

Mediando la primavera de 1983, y cumplido mas de un año de casado, uno de mis problemas urgentes de ese entonces era la compra de un refrigerador. Era tan necesario, pero los tiempos eran un tanto difíciles, debido a que mi destino de cerrajero estaba en pleno inicio; y el comercio exterior, que era lo que había estudiado, no presentaba buenas expectativas de trabajo, ya que el país en general pasaba por momentos de aislamiento a causa del régimen imperante y la situación política.

En ese entonces viajaba todas las mañanas en bicicleta, de la casa que arrendaba hasta la casa de mis padres, distante unas 15 cuadras. Ahí llegaba a eso de las 9 de la mañana, esperábamos un rato con "Joselito", el amigo taxista; a que mi padre tomara su desayuno y luego nos íbamos al taller, al que llegábamos promediando las 10.

Uno de esos días, mientras viajábamos en ese rumbo, fue que "Joselito" me comenta que su "compadre Lucho", tiene en venta una casa en Cartagena, y también todas las cosas que hay en su interior, entre las que se encuentra un "monono refrigerador". Yo conocía así de vista no mas a "don Lucho" pero se veía una persona de nobles sentimientos y muy inocente en su manera de ser. Claro que Joselito como le tenía mas confianza, se burlaba de él y le decía todo el tiempo en forma irónica; ¡este Lucho es ma´gueón que la cresta!.

¡Ahí estaba mi refrigerador, pero a 100 kilómetros de distancia!. Entonces fue que Joselito me ofrece contactarme con don Lucho, quien al saber de mi problema y de lo escaso del dinero que me quedaba para comprar algo, decide darme las facilidades necesarias para pagarle el refrigerador, y que lo fuésemos a buscar cuando quisiera no mas a Cartagena. Para lo cual acordamos viajar al día sábado siguiente. El precio quedó fijo en $10.000, pagaderos de dos lucas mensuales; lo que sin duda se ajustaba totalmente a mis posibilidades de pago, tomando en cuenta que si tenía algún problema en un mes, le avisara y cero problema.

Íbamos, mi padre, Joselito y yo, en un auto Hunday Pony, clásico taxi de la época. Realmente fue un viaje entretenido, lo pasamos súper bien; con todos los costos a cuenta de don Luchito, por supuesto.

El refrigerador era un Electrolux, súper chico, con decirles que caía en el interior de su freeser solamente una botella, ¡y con lo que me apetecían las cervezas heladitas ese entonces!, pero ahí me las iba a arreglar; en todo caso nos iba a solucionar el problema de la carne, la mantequilla y otras cosas por el estilo.

Aprovechamos de almorzar y recorrer las solitarias y hermosas calles de Huidobro, sin la "chusma" del verano y apreciar su glorioso pasado. Luego sacamos la tapamaleta y paramos como mejor se pudo el refrigerador, en el reducido espacio que tiene ese auto, amarramos bien y apuntamos "proa" a Santiago.

Al llegar, la "bruji" estaba súper contenta, al igual que yo, pero tuvimos que esperar unas horas para recién enchufar nuestro nuevo amigo, el refrigerador. El que ese siguiente lunes me iba a recibir con una muy rica y gélida "cerveza cristal".

A la semana siguiente de lo ocurrido y sin mediar absolutamente ninguna moneda de pago, apareció don Lucho para conversar conmigo y la sorpresa sería mayúscula, de solo verle la cara de aflicción que hacía notar se notaba que venían problemas.

-¡Chuta Kiko!, se me presentó un problema con el refrigerador.

-Dígame no mas don Lucho, que hay.

-Resulta que como sabes, la casa de Cartagena está en venta, y un señor que la había visto hace unas semanas, se decidió en comprarla, pero con la única condición que todas las cosas que estaban dentro al momento de verla, estuvieran en su interior al momento de finiquitar el negocio.

O sea que, pensé para mi, "KG".

Me sentí como si recibiera un golpe directo al estomago de derecha y luego una consoladora caricia de izquierda. De seguro que ya estaba metido en uno de mis mentados sueños de siempre. Es verdad que al común de las personas, estos actos resultan un tanto ridículos, pero ahí es donde debemos mirar mas allá o mas adentro de las personas, y descubrir su nobleza y pureza de alma. Ya que mientras viajábamos, claramente notaba la alegría que brillaba de los ojos de don Lucho, al haberle aprobado el cambio en el negocio, es que parece que él dudaba de la que yo creía; ¡una lógica respuesta!.

Fue en eso que llegamos a un Audicol que había en San pablo a la altura de Chacabuco mas o menos. En donde entramos a vitrinear.

Como en todo ese tipo de negocios, hay gran variedad de refrigeradores, de todas maneras mi reservada prudencia me indicaba que, no podía aprovecharme de la limpia nobleza de don Lucho, así que elegí un Mademsa que se ajustaba a nuestro estatus y necesidad. Total había capacidad suficiente en su interior, para aguantar una muy buena cantidad de cervecitas.

El diligente vendedor entonces nos hizo pasar a la oficina, en donde debíamos finiquitar la transacción. Y aunque era don Lucho el que de todas maneras pagaba los $ 24.980 que valía el refrigerador, dejó bien en claro que la boleta de compras tenía que estar a mi nombre.

Mas grande fue entonces mi felicidad al hacernos notar el vendedor, que por la compra de ese refrigerador recibiríamos de regalo; dos pollos, dos vinitos (tinto y blanco)-, y una botella de champaña. ¿Qué tal?, las que por supuesto quedaron íntegramente para mi, ya que don Lucho no aceptó que las compartiera.

Las explicaciones de la sorpresa al llegar a casa las tuve que dejar para la noche, ya que rápidamente dejamos el refrigerador y don Lucho me fue a dejar al taller en donde me esperaba una larga jornada de trabajo.

Al final de cuentas por el refrigerador pagué unos $ 7.500 como en cuatro meses, ya que descontamos un trabajo que le hice en su auto, el que tampoco aceptó como regalo.

Hoy evoco y escribo lo ocurrido por tres motivos; uno porque el próximo 11 de octubre se cumplen 20 años del hecho, otra porque creo que este verano tendremos que renovar el refrigerador, y por último, porque hace poco supe que a sus tempraneros 50 años Dios requirió llevarse a don Lucho a su lado,

- es que necesitaba urgentemente ...."un notable hombre de palabra".

 

fin