Don Jorge.

 

Verificar que todas las herramientas estuvieran en el maletín y tomar un taxi, era lo más atinado para atender prontamente al urgido caballero. Fue así que en unos cuantos minutos ya me encontraba con mi contratante en el recibidor del edificio y luego del protocolar saludo; rápidamente al ascensor y vamos trabajando.

Agarré sin más pensar la puerta y la cerré nuevamente, haciendo lo mismo con mi maletín, enfilando raudo e iracundo hacia el ascensor, dejando a mi desconcertado cliente con sus cinco mil pesos en la mano y con todos sus modos, ideas y palabras en total confusión.

Esta historia pasó por el año 1985 más o menos. Desde entonces don Jorge Correa se convertiría en uno de mis más fieles y recordados clientes, no tan solo por este episodio, si no porque me volvería a llamar "cientos de veces"; además me recomendaría a mucha gente, inclusive la empresa donde él era uno de sus gerentes y accionista mayoritario. Así que por supuesto atendí con mucho gusto por quince años, ganando mis buenos "morlacos". Finalizó esta relación no hace mucho por dos motivos: uno porque "Don Jorge" partió a darle cuentas a mi Dios, y la otra es....... el motivo de "otra historia", que veré más adelante, si vale o no la pena escribir.

FIN