CALABASTRO.

 

En su maletín es que llevaba Calabastro, la chapa de contacto de la camioneta Nissan que unos delincuentes habían tratado de robar hace unas horas. De no quebrarse la herramienta usada por los ladrones al hacer la palanca, el destino del vehículo; sería una desarmaduría o un garaje clandestino en donde sus partes serían reducidas, y sus dueños se tendrían que conformar con dos "inútiles llaveritos de adorno". Para el otro día quedaba entonces terminar la reparación, ya que los "afortunados" clientes viajaban con contacto directo rumbo a casa y Calabastro a la suya.

Pasaban entonces de las doce de la noche y frente al Santa Lucia es que nuevamente suena el celular, y daba coordenadas de auxilio en "Almirante Latorre" y "Toesca". Un taxi era lo mas adecuado, así que a los veinte minutos ya salía Calabastro del edificio con los correspondientes honorarios en el bolsillo. Le había salido el "cuarenta", o sea, dos "domicilios" al hilo. La suerte le sonreía a Calabastro, pero eso no le iba a durar mucho tiempo.

Salir caminando hacia la Alameda, a esa hora de verdad es un riesgo y solo el destino sabe cuando cruzar peligros en la vida. Y esas puestas a prueba se dan en cualquier momento.

Era propio de la hora la soledad de esas calles, y justo se divisan a una cuadra mas o menos, un par de individuos caminando en forma un tanto sospechosa. Un escalofrío es que recorre el cuerpo, cuando algo malo va a pasar. Así que Calabastro optó por cruzar a la vereda del frente para no encontrarse con ese par de figuras. Más, la misma maniobra efectúa el par de sospechosos, mirando torpe y nerviosamente a todos lados, revelando entonces sus negras intenciones.

Había que aprestarse; y el que mejor entendía de esas cosas era el corazón de Calabastro, bombeando a mil por segundo su amenazado y valioso plasma.

Bajo la luminaria mas próxima es que detuvo mejor su andar y dejó el maletín en el suelo. Para si pensó:

Como treinta centímetros de acero son exhibidos por uno de los hombres, los dos rondaban los 25 años y su aspecto era definitivamente el de "patos malos".

No era solo el entregar las pertenencias; los "malandras" querían su trofeo y eso para ellos es una selección de puñaladas, la que por supuesto Calabastro, no estaba dispuesto a recibir.

Dos contra uno significa que al primero en acercarse hay que asegurarlo de entrada, para luego esperar al otro. Uno que le agarre y "adiós mundo cruel".

"Makki" es una técnica de defensa que significa bloquear, y "Chi-Jireugi", es un golpe que aplicado enforma perfecta es mortal; va en forma ascendente a destrozar la garganta del adversario. Entonces fue el recurso decidido ha efectuar en el instante que viniera la primera estocada.

En milésimas de segundo vienen a la memoria los motivos por los cuales se debe sobrevivir; anhelos, sueños, ilusiones y a los seres queridos. Mas también está la intrépida acción del delincuente, al ignorar las armas de la supuesta victima, ese secreto se convertiría en valiosa ventaja.

Ya luego, en evidente acción de combate, Calabastro espera al segundo delincuente, quien revela su sorpresa al ver convulsionar en sangre a su "compinche" sobre el duro y frío pavimento, en una no muy agradable agonía. La valentía se esfumó inmediatamente de su rostro y figura. Entonces emulando a Carrera en "El Roble", optó por lo mas sano; huir del lugar.

Calabastro entonces abandona rápidamente el sitio del suceso y comienza a recibir el cóctel de nervios que se le vienen encima, producto del alto nivel de adrenalina, que descomponen velozmente sus nobles; hígado y riñones.

- ¿De la conciencia?, después habrá de ser descargada en una anegdotica confesión histórica y se acabó.

"Malandra Uno" no apareció siquiera en "La Cuarta", parece que no valía un par de; "jocosos comentarios de sus irreverentes periodistas". Ni que decir de "Malandra Dos". ¿Si aprendió la lección?, o se hace de una buena pistola, o definitivamente debería pensar en cambiar de profesión. ¿¡Y Calabastro!?...............por ahí,...... por ahí.

FIN